El ciberbullying se está convirtiendo en una de esas conductas tan indeseables como habituales (con cifras de incidencia entre los adolescentes que asustan), y sumamente dañina para quien la sufre. También es muy difícil evitar que se produzca, y casi tanto o más enterarnos de ello como adultos responsables.
En una entrada anterior ya hablamos de las mejores maneras de prevenir el ciberbullying. Pero igualmente importante, si no más, es saber responder cuando este se produce. Aquí tienes unas cuantas buenas prácticas para proceder si tomas consciencia de un caso de ciberbullying.
Puede entenderse como un paso previo en la concienciación de padres, compañeros y amigos, pero en todo caso debe tenerse muy presente si presenciamos o sabemos de un caso de ciberbullying: aquello de “son cosas de chavales” sencillamente no aplica aquí. Si un menor nos dice que está sufriéndolo, debemos actuar de inmediato.
Si crees que se ha producido cualquier hecho que sea denunciable ante la policía o los tribunales, hazlo. En otro plano, también es aconsejable recabar información y advertir a los adultos próximos y con autoridad en el entorno donde se puede reproducir el acoso de forma física, como en el centro de estudios.
Sin duda es la manera más eficaz de luchar contra un caso de ciberacoso a menores. En ese sentido, un ciberseguro adecuado nos garantiza entro otras cosas asesoramiento jurídico, cobertura de gastos y, en definitiva, la mejor protección posible al menor frente a situaciones de difamación, phishing, uso indebido de datos y un largo etcétera.
Tal vez no sea agradable, pero es esencial registrar mensajes o publicaciones de los acosadores. Es la mejor manera de resolver el problema con más garantías. Capturas de pantalla o fotografías son buenas formas de hacerlo, siempre procurando registrar la fecha y la hora en las que se han realizado.
Puedes tratar de frenar o eliminar el ciberbullying utilizando los recursos que las plataformas de comunicación digital ponen a tu alcance, bloqueando usuarios e informando a la plataforma, por ejemplo. Cambia contraseñas o cierra cuentas que no estén en uso o no sean necesarias. No se trata de aislarse, sino de protegerse.
Como nos explican aquí, tal vez el primer impulso sea responder al acosador con siguiendo sus mismas reglas, o (si el ciberacoso viene de alguien físicamente próximo) pensar en tomar represalias o airear el caso. Suele ser mejor pensarlo dos veces y dar los pasos más efectivos para acabar con la situación, no para empeorarla.
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