Cuando hablamos con nuestros clientes, en Ciberprotect nos encontramos con frecuencia con un buen puñado de planteamientos sobre ciberseguridad que son erróneos de partida. Sea por desconocimiento, sea por temeridad (normalmente lo primero lleva a lo segundo), vemos muchas organizaciones que no solamente no se protegen; no saben que deben hacerlo o qué están haciendo mal a nivel estratégico.
Centrando la cuestión en las amenazas específicas que enfrentan las pequeñas y medianas empresas, podemos señalar cinco errores estratégicos muy frecuentes en cuanto a ciberseguridad se refiere; creencias sin fundamento, malas prácticas, suposiciones por desconocimiento… Son los siguientes.
Este es seguramente el error más común en las organizaciones pequeñas: ¿a quién le pueden intentar los datos que manejo? Cuestiones regulatorias (que también son importantes) aparte, con frecuencia los ataques se lanzan de forma masiva e indiscriminada… Las pymes también están en el punto de mira de los ciberdelincuentes, y cada vez más.
Es positivo y necesario contar con un buen antivirus, pero es insuficiente; este tipo de software no nos protege de manera integral principalmente porque no está diseñado para ello. La ciberseguridad supone la implementación de una serie de medidas mucho más amplias, así como un seguimiento y actualización constantes. La protección contra el malware es solamente un elemento más.
Un recurso muy habitual, en especial en el caso de las pequeñas y medianas empresas, es confiar su ciberseguridad a alguna persona próxima (normalmente un familiar o un amigo) que no es un profesional especializado en ello. En consecuencia, contaremos con una ciberprotección “amateur” y difícilmente podremos exigir niveles de protección y resultados con garantías.
Error por partida doble. Por un lado, porque la ciberseguridad va más allá de los cometidos habituales del personal de IT, y no podemos presuponerlo; por el otro, porque la ciberseguridad no es tarea exclusiva del personal de IT (todo el personal debe estar formado en buenas prácticas, protocolos proactivos y reactivos de actuación, etc.).
Estamos hablando de una inversión en seguridad que puede evitar impactos económicos y de imagen de marca muy superiores a dicha inversión en caso de sufrir un ataque. Las repercusiones de ignorar los ciberriesgos a los que estamos expuestos pueden ser fatales, tanto para grandes empresas como para pymes y autónomos.